Fitness
El ‘fitness’: un ‘maratón’ de un negocio que crece lento pero sin pausa
La facturación de la industria del fitness creció a un ritmo del 2,5% anual en 2018 y se situó en 2.291 millones de euros, en un nuevo año marcado por la reordenación del sector mediante compraventas.
11 abr 2019 - 04:54
A la hora de participar en un maratón, el corredor tiene que tener claro el ritmo al que debe completar cada kilómetro para guardar energía suficiente para el último tramo. Una ejecución demasiado rápida en la primera fase de la carrera puede obligar a abandonar antes de tiempo, y evidentemente están los contratiempos que ni el atleta más preparado puede controlar.
El sector del fitness bien podría asemejarse al de una carrera de fondo: el negocio creció de forma continuada durante los últimos cinco años, aunque siempre por debajo del 4% anual, pero a su vez aparecieron conceptos que avanzaron a un ritmo vertiginoso durante la crisis que después se desplomaron al tiempo que España retomaba el pulso económico.
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El sector se ha visto beneficiado de la concienciación social cada vez más generalizada sobre la necesidad de una vida activa y saludable, pero no ha podido abstraerse de la sensación de que el ritmo de crecimiento de los últimos años podría verse debilitado por el actual escenario macroeconómico. El Banco de España rebajó hasta en dos ocasiones sus previsiones de crecimiento del producto interior bruto (PIB), para situarlo finalmente en el 2,5% interanual para 2018 y mantenerlo en el 2,2% para 2019. Unas señales de alarma que acabaron llegando al terreno micro, pues el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) cerró 2018 en 90,9 puntos, más de diez puntos por debajo de los 102,5 puntos con los que concluyó 2017.
El negocio del fitness en España crece a un ritmo del 2,5% anual, por encima de la media europea
Son dos indicadores clave para una industria muy dependiente del mercado nacional, pues aún son contadas las excepciones de operadores con presencia internacional. La estimación de Deloitte y EuropeActive es que no se ha producido una gran aceleración del negocio del fitness, si bien la el alza del 2,5% está por encima de la evolución del conjunto del país y en la línea de otras economías avanzadas como Reino Unido, Alemania o Francia.
En total, la gestión de gimnasios movió en torno a 2.291 millones de euros en 2018, un pastel que año a año se concentra en menos operadores. Los datos recopilados por Palco23 revelan que las treinta mayores cadenas que operan en España facturaron 737 millones de euros en 2018, una mejora interanual del 7,7%. ¿La razón? El crecimiento ya no sólo responde a una estimulación de la demanda en los grandes núcleos urbanos, sino también a una reordenación de la oferta en la que cada vez subsisten menos operadores independientes y la actividad se concentra más en grandes cadenas, tanto de centros privados como de concesiones administrativas.
La explotación privada de centros deportivos municipales creció un 3,2% en 2018, hasta 485 millones de euros, y la previsión de Informa D&B para los próximos dos años es que en 2020 se alcancen 500 millones de euros, si bien con un ritmo de avance que bajará al 2% este año y al 1% en el siguiente. Es una estimación que contrasta con la percepción de numerosos ejecutivos que operan en este segmento, pero sobre todo también sorprende por cómo ha evolucionado la licitación de obras en centros deportivos.
El carrusel de elecciones que se celebrarán en España este 2019 y la mejora de las cuentas de los ayuntamientos aceleraron los concursos el último año, con licitaciones que sumaron 658 millones de euros, un 38% más que en 2017 y el mejor ejercicio desde 2010. La tendencia positiva se ha mantenido en el arranque de 2019, pues se firmó el mejor enero desde 2009. Además, y por primera vez en mucho tiempo, el dinero destinado a remodelaciones se situó por debajo del 50% y cedió mayor protagonismo a la construcción de nuevos complejos.
Es una dinámica que los operadores no pueden controlar, pues que haya una mayor o menor actividad dependerá del mapa político que surja de las elecciones locales, autonómicas y generales de los próximos meses, y de la mayor predisposición a la colaboración público-privada que tengan los futuros gobiernos.
Este es uno de los elementos externos que pueden marcar el futuro inmediato del sector en España, que pese a ser el segundo mercado que más creció en 2017 (sólo por detrás de Alemania), todavía tiene unos índices de penetración en la sociedad por debajo de la media europea: 10,9%, frente al 14,8% de Reino Unido o el 21,4% de Suecia. Es más, fue más rápido el crecimiento de ingresos que el del número de abonados, que subió un 2,7% interanual en 2017, frente a los avances por encima del 5% en Alemania y Reino Unido, y del 4,6% en el caso de Francia.
Los nubarrones fiscales que vislumbran en el horizonte
Los datos de 2018 aún no son públicos, pero en el sector existe cierto nerviosismo por el impacto que determinadas decisiones públicas puedan tener en el estímulo de la demanda. El Gobierno ha vuelto a guardar en un cajón la reivindicación de que el IVA que se aplica a los gimnasios baje al 7%, después de que la reforma fiscal de 2012 situara este gravamen en el 21%. Aquella medida redujo los márgenes de las compañías, que en plena crisis trataron de absorber el impacto del alza tributaria para no encarecer los precios. Por el contrario, ahora se desconoce si esa hipotética reducción del tipo impositivo sí se repercutiría en el precio final o se aprovecharía para mejorar la rentabilidad del negocio.
Otra amenaza a la evolución del sector es la propuesta formulada por las federaciones deportivas, que en las conversaciones sobre la futura Ley del Deporte han propuesto crear una tasa para los gimnasios que ayude a financiar al resto de disciplinas deportivas. En concreto, la Asociación del Deporte Español (Adesp) propone un pago que no alcanzaría el euro por abonado al año, es decir, que la medida podría tener un impacto de aproximadamente cinco millones de euros anuales si se atiende al número de clientes que actualmente tienen estas compañías.
La Federación de Instalaciones Deportivas (Fneid) ha tachado la propuesta de “inadmisible” al considerarla “injusta para las personas activas que acuden a los gimnasios”. “Se quiere exigir un esfuerzo extra a personas que ya están invirtiendo tiempo y dinero en realizar actividad física para mejorar su calidad de vida”, insiste. Por el contrario, han solicitado una desgravación en la declaración de la renta para los usuarios, que consideran que haría más atractiva la práctica deportiva y que también “ayudaría en la lucha contra la economía sumergida”, apunta.
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Pese a la ausencia de incentivos públicos, el tejido empresarial ha continuado creciendo mes a mes, aunque el ritmo se ha ido desacelerando en los últimos cuatro años. A 1 de enero de 2018 había registradas 28.278 sociedades cuyo objeto social era la explotación de centros deportivos, lo que supone un alza interanual del 2,2%, según el último balance del Instituto Nacional de Estadística (INE). La mejora había sido del 5,7% en 2017, del 9,1% en 2016 y del 11,6% en los dos ejercicios anteriores.
En cuanto al empleo, los datos de afiliación a la Seguridad Social revelaron un fuerte repunte en 2018, del 8,6%, hasta 214.500 trabajadores. Este avance contrasta con la caída del 2,8% del año anterior, y se produjo en paralelo al acuerdo definitivo sobre el convenio colectivo, que mejoró las condiciones de la plantilla, colectivo que se considera determinante para fidelizar y hacer crecer el número de usuarios y, por lo tanto, del negocio.
España, ¿un mercado cada vez menos prioritario para los operadores extranjeros?
Los operadores internacionales fueron uno de los principales motores de la industria de los gimnasios en España durante la crisis. En un corto periodo de tiempo, Basic-Fit y McFit lograron tejer importantes redes por todo el territorio, con especial énfasis en Madrid. Sin embargo, su protagonismo menguó en 2018, año en que no realizaron ninguna apertura. Una de las razones es que las cadenas internacionales han visto mayor facilidad para crecer rápidamente en territorios como Francia e Italia, frente a un mercado español mucho más competido.
Por otro lado, los intentos de franquicias europeas por entrar en el país se han saldado de forma dispar, aunque no se puede decir que ni Vita Liberté, ni L’Orange Bleu, ni Simply Fit hayan tenido un gran recorrido. En cuanto a los conceptos procedentes de Estados Unidos, Anytime Fitness sí ha conseguido rendir a un ritmo muy superior al de otros años. Por el contrario, su rival norteamericano Snap Fitness ha tenido una evolución más lenta de lo esperada y finalmente ha decidido tomar el control directo de su negocio en la Península Ibérica con la recompra de su masterfranquicia. Menos éxito ha tenido Crunch Fitness, que llegó al país de la mano de Cristiano Ronaldo y de los cien clubes que quería sólo ha formalizado dos.