Entorno
Francisco Roca: “El conflicto de clubes en la ACB espanta a cualquier enamorado de poner dinero”
El expresidente de la liga de baloncesto detalla con precisión cuáles son los retos del deporte en España, empezando por el mundo de la canasta y las diferentes realidades de los clubes.
27 sep 2018 - 04:58
Pocos directivos españoles cuentan con una trayectoria tan dilatada en el mundo del deporte como Francisco Roca. Empezó como responsable para el sur de Europa de la NBA durante 13 años, fue director general de LaLiga entre 2005 y 2013, y ha liderado a la ACB hasta noviembre de 2017 como presidente ejecutivo. Ahora, casi un año después de su adiós en la liga de baloncesto, ejerce como consultor de proyectos internacionales, y explica cuál es su visión sobre el deporte en España. Desde el control económico en la ACB hasta el futuro audiovisual, pasando por la política deportiva del CSD.
Desde sus inicios en este sector, ¿cómo ha evolucionado la industria del deporte?
Creo que ha habido una evolución muy acelerada en los últimos años desde el punto de vista de la gestión deportiva como tal. Y sobre todo aplicada a los grandes organismos del deporte, que se ha profesionalizado a un nivel que cuando yo empecé en la NBA era realmente inimaginable. Es increíble haber vivido esa transición, desde un momento en el que fuera de las grandes organizaciones todo era amateur, hasta la actualidad, con un nivel organizativo muy profesional, potente y con unos incrementos de las magnitudes económicas inimaginables.
¿Ha cambiado mucho la gestión desde que se cuenta con más profesionales?
La industria entera ha comprendido la necesidad de que las entidades deportivas se doten de los elementos de gestión de las buenas empresas, tengan un control de la gestión presupuestaria y cuenten con estudios externos que sirvan para entender su mercado. No se trata de tener un título y un sueldo. Y a caballo de esta necesidad surge la formación y educación alrededor del ámbito del deporte. Ahora, salen muchos profesionales bien formados en el ámbito deportivo y eso ha hecho que acelere. Cuando llegué a la NBA, el número de empleados era de 324 personas, y ahora son más de 1.500 trabajadores. En LaLiga, en 2005, éramos poco más de 40 personas, y ahora con Javier Tebas hay más de 500 personas. Estos dos ejemplos de empresas donde he trabajado demuestran cómo se ha evolucionado.
En este sentido, ¿dónde considera que está España respecto a otros países de su entorno?
Hay empresas absolutamente rutilantes, la mayoría de ellas relacionadas con el fútbol, y LaLiga es un ejemplo de ello. Desde el punto de vista deportivo siempre ha sido de las mejores, pero desde que se centralizaron los derechos audiovisuales y ello coincidió con la compra de Canal+ por parte de Telefónica, la explosión económica del fútbol ha sido tremenda. LaLiga es una entidad que se puede comparar a cualquier gran organización deportiva del mundo sin lugar a dudas, y algunos de los equipos también. En el caso del baloncesto, creo que la ACB es una liga muy bien llevada, y aunque desde el punto de vista económico no tenga nada que ver con el fútbol, a nivel de gestión, tanto la FEB como la ACB son muy potentes. Y después también hay varias federaciones que llevan muy bien sus negocios. Pero una de las diferencias que sigue habiendo en la realidad deportiva de España respecto a muchos países es la patética carencia de recursos económicos que fuera del mundo del fútbol. Este es un problema que no acaba de solucionarse.
“Los padres sostienen el deporte en España, ya que pagan para que los hijos hagan deporte y compitan internacionalmente”
¿Es este uno de los principales retos del país?
No estoy criticando la política deportiva que ha hecho España en los últimos años, que ha hecho lo que ha podido dentro del entorno más amargo posible. Pero hay una realidad que ha ido saliendo a la superficie: que salvo el fútbol, los que sostenemos el deporte en España somos los padres y las madres que pagamos para que los hijos, niños y no tan niños, hagan deporte, viajen, compitan internacionalmente…
¿Cómo se puede solucionar? En el caso del baloncesto, ¿por ejemplo?
Creo que en el caso del baloncesto se ha dado un salto importante. Una de las razones por las que me eligieron en la ACB era porque tenía una experiencia demostrada de generar recursos. En el caso de LaLiga, nos tocó hacer frente al hundimiento económico de La Quiniela, y lo solucionamos con algo que parecía imposible, encontrar un title sponsor, que fue BBVA. Afortunadamente, la ACB copió aquella idea y fue una bendición económica. Yo me encontré la ACB en una situación económica lamentable, con un reparto a los clubes que era patético con menos de 200.000 euros cada uno. Lo mismo con la FEB, que ha pasado varios años muy duros con pérdidas, y el equipo nuevo ha revertido la situación y vuelven a tener buenos números. Se están haciendo muchas cosas positivas en el segundo deporte de España, y hay muy buenas señales para seguir creciendo.
¿Y el resto de los deportes?
Hay que reconocer que las diferencias entre el deporte profesional, con independencia de si está reconocido así o no, con el resto del deporte son enormes. El reto está sobre todo en el deporte más minoritario desde el punto de vista del seguimiento. Hay que apoyar mucho también al deporte femenino, que todavía tiene poco apoyo económico pese a tener ya un gran patrocinador que marca el camino. También el deporte inclusivo está dando muchas alegrías, tiene mucho nivel y hay muy poco apoyo económico. La política deportiva en el sentido de preparar planes a largo plazo en general España está en buen lugar para los recursos que tiene el país. Sin embargo, hay que reconocer que sigue estando excesivamente apalancado el deporte no de élite en el desembolso de recursos de las familias y en algunos patrocinios de tipo fiscal, que son bienvenidos pero es siempre funcionar con un nivel de riesgo excesivo, porque nuestros competidores internacionales están a años luz de nosotros.
“El peligro que tiene es que no todos los clubes remen en la misma dirección, que implosione la confianza en el buen manejo de la liga”
¿Cómo debería de ser el futuro de la ACB?
Deportivamente, es la mejor competición doméstica de baloncesto en Europa. Desde el punto de vista organizativo también, porque es la que tiene mejores recursos, la que está mejor profesionalizada, tiene mejor contrato de televisión y mejores patrocinios. La ACB parte de una posición muy buena. Poco antes de mi salida, tenía la satisfacción de poder decir que estábamos en el mejor momento de la historia de la ACB. El peligro que tiene es que no todos los clubes remen en la misma dirección, que implosione la confianza en el buen manejo de la liga por dentro porque haya clubes que no crean en ello y se generen problemas. Es público y notorio que yo los tuve, con equipos que amenazaban constantemente con marcharse y con crear una nueva competición. Eso es catastrófico, no porque fuera a ocurrir, que nadie se lo creía, sino porque simplemente la imagen que se proyectaba era patética. Y eso espanta a cualquier enamorado de poner dinero en un deporte. Si esto mejora, que yo creo que mejorará, a la ACB le veo un gran futuro.
La ACB tiene a clubes de distintas realidades económicas. ¿Es partidario de seguir al fútbol e implementar control económico en el baloncesto?
No solo estoy convencido, sino que era uno de mis objetivos cuando llegué a la ACB, pero no lo pude cumplir porque no hubo manera de que la asamblea general optara de manera seria por un reforzamiento de control económico. En LaLiga lo pudimos hacer en dos fases. La primera la hice yo como director general en aquel momento, que era algo similar al fair play financiero de la Uefa, y la segunda la hizo Javier Gómez, con el control financiero presupuestario previo. Es un sistema realmente sofisticadísimo y que da resultados. En el baloncesto no ha sido posible porque el voto reforzado (el 80% del total) es para prácticamente todo. Eso era prácticamente imposible de conseguir durante mi mandato. Se desarrollaron planes, pero a la hora de la verdad aquello no salía a pesar de tener una presión del CSD que querían que aplicáramos el mismo sistema de la liga de futbol. Sin embargo, el CSD me dejó en mantillas a la hora de buscar un mejor control económico en cuanto tomamos la decisión de que el Bilbao Basket no podía continuar por las deudas con jugadores y con la propia ACB.
Y el resultado fue que el Bilbao Basket siguió en la ACB.
Después, la justicia demostró dos veces que teníamos razón, pues el CSD metió al Bilbao Basket en la competición otra vez. Si lo que tenemos, que no es mucho, servía para que el endeudamiento en los clubes no se disparara pero éste desaparece, ¿entonces de qué control económico estamos hablando? Hubo una sensación generalizada de que aquello era una pérdida de tiempo. Pero sinceramente creo que es una necesidad. Y es un buen ejemplo ver lo que está haciendo la Euroliga, que ha ido reforzando su control financiero de los clubes y ha habido casos que han tenido que dejar la competición porque no tenían la capacidad financiera para estar ahí. No hay otro camino en el deporte profesional, no puedes estar en manos de un endeudamiento y de gente que no paga a los profesionales.
¿Qué opinión tiene del planteamiento de la Euroliga?
A mí no me gustó el plan de convertir la Euroliga en una competición que jugaba con el estilo de competición de las ligas domésticas, porque era una acumulación innecesaria de partidos. Esa opinión no la comparten los clubes que participan en la Euroliga, pero me parece peligroso y el ejemplo es que el mundo del fútbol intenta huir de este mismo fenómeno. Creo que va en detrimento de las ligas domésticas, pero salvado esto la verdad es que yo tuve una relación fluida aunque no fácil con la Euroliga.
¿Y cómo acabó?
Tras muchas reuniones con Jordi Bertomeu y la Fiba, llegamos a un acuerdo para que tuviéramos por méritos deportivos al menos un club, algo que no había pasado nunca desde que había licencias A. Valencia Basket fue el primer caso y ahora está Herbalife Gran Canaria. ¿Es una gran consecución? No, pero iba en el camino correcto de mejorar como parte de la solución. Por otro lado, entendí que se tenía que reducir el calendario y fui partidario de que se redujera a 16 clubes en el entorno de un acuerdo con la Euroliga y la FEB. Y estuvimos cerca de conseguirlo, pero no pudo ser.
¿Qué le pediría a la futura Ley del Deporte?
No lo tengo claro, la verdad. Y me pasa como a prácticamente todo el mundo. La única razón por la cual la ley del 90 no se ha cambiado es porque nadie sabe de verdad cómo cambiarla. El decidir qué realmente se quiere y qué hay que modificar es complicado. Hay una enorme indefinición, pero sí que tiene que hacer un reconocimiento explícito del deporte profesional. Actualmente solamente hay dos competiciones profesionales y eso es absolutamente irreal. Tiene que tener unos apartados que tengan que ver con el patrocino y el mecenazgo deportivo que sean modernos ya adaptados a la realidad. Se necesita también que esté mucho más clarificado cuáles son las competencias de cada uno entre las competiciones profesionales y las federaciones. Son aspectos fundamentales y creo que sería interesante que hubiera una limitación de mandatos en el deporte, sería saludable no más de tres mandatos por ejemplo.
¿Qué opina de proyectos como LaLiga TV que ayuda a deportes como el balonmano o el fútbol sala?
Sobre el escenario audiovisual para el deporte minoritario, y lo incluyo todo fuera del fútbol, hablé con Javier Tebas en muchas ocasiones, centrándonos sobre todo en las plataformas OTT. Sobre esta posibilidad de que otros deportes se pudieran unir a este tipo de plataformas. No es un concepto nuevo y a mí no me sorprende que la Asobal se vea a través de esta plataforma, y creo que cada vez más será una salida más evidente para todo tipo de entidades deportivas. Me parece menos razonable que los operadores de televisión, sobre todo los de pago, no apuesten más por desarrollar nuevos modelos de consumo y apostar más por la multiplicidad de contenidos.