Entorno

Cambio climático: el verdadero reto de la industria de la nieve en España

Con sólo 2 grados de temperatura más en 30 años, algunas estaciones de esquí de España no serían viables ni siquiera con cañones de nieve. Este negocio generó 126,2 millones de euros en la temporada 2017-2018, pero necesita un cambio estratégico para lograr la sostenibilidad a largo plazo.

Alejandro Veliz

10 dic 2018 - 04:59

 

 

El reto de la sostenibilidad ambiental en la industria de la nieve es un tema cada vez más preocupante en todo el mundo. Durante los últimos cincuenta años, el aumento de la temperatura ha sido de 0,85 grados celcius a nivel mundial; sin embargo el incremento en los Pirineos fue de 1,2 grados celcius, un 30% más. Ello es un indicador claro que la región catalana es especialmente sensible al cambio de temperatura, y es que el 40% de su territorio está cubierto por montañas. En el caso de Sierra Nevada, estos cambios han supuesto que el periodo en que se mantiene la cubierta de nieve se ha reducido en cuatro días desde el 2000 hasta la actualidad. Manteniendo esta subida de calor, se prevé que para el 2050, España pierda la mitad de su nieve; por lo que el impacto en el negocio es una de las cuestiones que preocupa.

 

La inminente reducción de las nevadas afecta al turismo de nieve y a la dinámica económica que se mueve entorno a ella. Según datos de las estaciones de Ferrocarrils de la Generalitat de Catalunya (FGC), La Molina, Vall de Núria, Vallter 2000, Espot esquí y Port Ainé generan 223 millones de euros, 2.194 puestos de trabajo y 31,7 millones de euros de impacto fiscal en la economía catalana. Adicionalmente, y según el informe de impacto económico de las estaciones de montaña de FGC, por cada euro adicional de gasto se genera una producción alrededor de dos euros y por cada millón de euros que invierte la FGC se generan alrededor de 20 puestos de trabajo.

 

Estos impactos económicos se verían drásticamente reducidos en el escenario diseñado por la Generalitat de Catalunya, en el cual pronostica que, con un aumento de temperatura de 2 grados celcius al 2050, algunas estaciones de los pirineos catalanes no serían viables ni siquiera con cañones de nieve. Las estaciones que muestran una mayor vulnerabilidad al cambio climático son Espot Esquí y Port Ainé, las cuales han generado para la región catalana unos ingresos promedios anuales de 1,9 millones de euros en los últimos cinco años.

 

 

 

 

Ante las condiciones naturales actuales, la sostenibilidad a largo plazo de las estaciones de esquí de España presentan muchas interrogantes. Una alternativa para hacer frente a la falta de nevadas ha sido la mayor inversión en sistemas de producción de nieve artificial y la adquisición de cañones de nieve. Según el reciente informe de la Asociación Turística de Estaciones de Esquí y Montaña (Atudem), a la cual ha podido acceder Palco23, los centros de esquí españoles han invertido 27 millones de euros para recibir la temporada de invierno 2018-2019, destinándose principalmente al sistema de máquinas innividoras de nieve y en la renovación de cañoles de nieve más eficiente en consumo de energía.


Actualmente, las estaciones del Pirineo catalán cuentan con 3.024 cañones para hacer posible las 481 kilometros de pistas. Si bien cada año se registra mayor variablidad en las condiciones climatológicas, a largo plazo la tendencia al incremento de la temperatura y a los mayores costes por la necesidad de productir nieve es clara. La Molina, una de las estaciones referentes, ha producido con sus 511 cañones de nieve 356.873 metros cúbicos de nieve en la temporada 2017-2018, lo cual represente 63% más de lo producido en 2006-2007. Por su parte, recientemente Baqueira Beret ha comunicado que para la primera semana de diciembre tiene previsto abrir como máximo sólo 15 de sus 165 kilómetros de pista esquiable, debido a que las condiciones metereológicas no le han permitido la producción de nieve.

 

Según un estudio de The Commission Internationale pour la Protection des Alpes (CIPRA), cada hectárea de nieve artificial necesita entre 1 y 1,5 millones de litros de agua y entre 20.000 y 27.000 kWh de electricidad. Además, por cada metro cúbico de nieve producida se invierte en promedio cuatro euros. Considerando los datos de las estaciones de FGC, se identifica una costo total en la fabricación de nieve de 13.763 millones de euros en los últimos cinco años.

 

 

 

 

La fabricación de nieve cada vez tiene unos costes económicos, energéticos y ambientales más elevados. Al respecto, la profesora de geografía de la Universitat de Girona, Rosa Maria Fraguell, ha señalado que “debido a que la producción de nieve por la falta de nevada, implica un mayor consumo de agua y energía, se genera un efecto perverso a nivel ambiental. La fórmula actual del turismo de nieve está en riesgo; por lo que es necesario poner en marcha acciones tanto de adaptación como de mitigación”.

 

El problema de la falta de nieve no es una preocupación exclusiva de España. Es posible identificar la importancia de la industria de la nieve para la economía de países con una tradición de turismo y deportes de montaña. Según un estudio realizado por Protect Our Winters (POW) el número de visitantes promedio por temporada en los centros de esquí estadounidenses fue de 55,4 millones entre 2001 y 2016. Sin embargo, la cantidad promedio anual de visitantes cae en 9% si sólo se considera los cinco años con menor nieve registrada. Esta disminución ha significado impactos económicos directos; ya que el aporte del sector de la nieve a la economía norteamericana en los años de poca nevada, se redujo en 1.000 millones de dólares (884 millones de euros) y se contrató a 17,400 personas menos, respecto a un año normal.

 

Con el objetivo de contrarrestar no sólo la drástica disminución del efecto positivo en la economía de la región, sino también de compensar el costo, cada vez mayor, por las inversiones en la generación de nieve artificial; es necesario un giro en la estrategia del turismo de nieve afin de diversificar sus actividades para aprovechar la naturaleza a lo largo de todo el año. En este sentido, las estaciones están incluyendo estrategias 360, que les permitan utilizar sus instalaciones para atraer visitantes no sólo en invierno sino también en verano.

 

 

 

 

La industria en general, está premiando este tipo de esfuerzos tal y como sucedió con el reconomiento de Boí Taull como la mejor estación de España 2018. Motivos del premio es que la estación del valle de Boí ha consolidado los buenos resultados de las dos temporadas anteriores de verano; ya que aumentó un 8,73% las pernoctaciones en sus instalaciones, vendió un 4,01% más de las habitaciones, rozando niveles de ocupación cercanos al 100% en el mes de agosto. Lo curioso es que la estación opera en pérdidas, motivo por el que la empresa que contaba con la concesión para su explotación hasta abril 2019 renunció unilateralmente. Sin embargo, debido a la importancia del complejo para la región, el gobierno catalán ha aprobado una inyección de 1,3 millones de euros y volverá ha asumir nuevamente su gestión.