Entorno
Honduras-El Salvador: la chispa que prendió la llama de la Guerra del Fútbol
A mediados de 1969, los combinados nacionales de Honduras y de El Salvador se enfrentaron en una eliminatoria clasificatoria para el Mundial de México de 1970. El choque llevó a los dos países a una guerra con 4.000 fallecidos.
19 nov 2024 - 05:00
El fútbol como motivo para coger las armas. Entre el 14 y el 18 de julio de 1969, Honduras y El Salvador se sumieron en una guerra que se saldó con 4.000 fallecidos. Pese a que el conflicto entre los dos países databa principios de década, el partido entre los combinados nacionales de sendos países, de ese mismo año, fue el pretexto perfecto para iniciar uno de los conflictos bélicos más fugaces de la historia.
La Guerra del Fútbol, o la Guerra de las cien horas, es el nombre que el periodista polaco Ryszard Kapuscinsky dio a este conflicto armado. Este se refería a los partidos de fútbol que enfrentaron a los combinados nacionales de Honduras y de El Salvador. La eliminatoria era vital para poder acceder al Mundial de México de 1970.
El primero de los encuentros se celebró el 8 de junio de 1969 en la capital hondureña de Tegucigalpa, con victoria para la selección de Honduras. El segundo, disputado el 25 de junio en San Salvador, coronó a la selección anfitriona. En el match point fue en Ciudad de México un 27 de junio, con triunfo para El Salvador, siendo este su primer pase a una cita mundialista.
La tierra y la inmigración salvadoreña hacia Honduras fueron los principales motivos del conflicto
Los partidos se saldaron con enfrentamientos violentos fuera del terreno de juego, con las dos hinchadas sacudidas por un contexto político del momento, con alta tensión entre los dos países con gobiernos militares y con los medios de comunicación difundiendo mensajes de odio hacia el contrincante. El balance fue de unas 4.000 personas muertas en tan sólo cuatro días de guerra.
Pese a que el fútbol prendió la llama, la tierra fue el principal motivo del conflicto armado. Las tensiones entre Honduras y El Salvador comenzaron a principios de la década de 1960 en un contexto de inmigración por parte de los salvadoreños hacia el país vecino (Honduras). Tal fue el éxodo que antes de finalizar la década, el 20% de los peones de Honduras eran inmigrantes de El Salvador, con una masa de unas 300.000 personas.
“En gran medida, esta guerra tuvo que ver con la tierra disponible, demasiada gente en un lugar demasiado pequeño, y la oligarquía gobernante simplemente alimentó el fuego con la ayuda de la prensa”, explicó Dan Hagedorn, autor de Cien horas de guerra, en una entrevista concedida a la BBC.
En segundo punto en el que enfatiza Hagedorn es clave, ya que la oligarquía terrateniente salvadoreña controlaba la mayor parte de la tierra. En concreto, el 1% de la población tenía bajo su poder más del 40% de las tierras de la zona y el gobierno militar promovía la inmigración hacia Honduras para así evitar un reparto de tierras entre los campesinos más pobres.
Durante el segundo partido, El Salvador rompió las relaciones diplomáticas con Honduras
Por su parte, Honduras recibía con agrado a los inmigrantes salvadoreños, ya que estaban necesitados de mano de obra. Sin embargo, la situación cambió cuando los agricultores y trabajadores hondureños reclamaron tener tierras propias. Para contentar a sus habitantes, el Gobierno de Honduras aprobó una “reforma agraria”, como le llamaron entonces, que consistía en la expropiación de gran parte de los latifundios propiedad de campesinos salvadoreños con una posterior deportación de estos hacia su país de origen.
El ministro del Interior salvadoreño, Francisco José Guerrero, aseguró que cerca de 12.000 salvadoreños habían dejado Honduras después del segundo partido debido a “una persecución, proveniente de un partido entre ambas selecciones”. De hecho, durante el tercer partido de la eliminatoria entre Honduras y El Salvador, se rompieron las relaciones diplomáticas entre ambos países.
Estas tensiones sociales y económicas derivaron en el conflicto bélico que se inició el 14 de julio de 1969, con un ataque aéreo de El Salvador a Honduras. El país presidido por Oswaldo Enrique López Arellano hizo lo propio lanzando bombas en el puerto de Acajutla, en El Salvador. Tras cuatro días de guerra, el 20 de julio entró en vigor el alto al fuego gracias a la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA), que consiguió paralizar el conflicto.