Entorno
Pedro Bravo: “Arabia Saudí no puede copar el deporte mundial con dinero, es un destrozo”
El presidente de la Asociación Española de Agentes de Futbolistas insiste en el factor humano de los jugadores representados, muchas veces obviado en el contexto de mercado: primero el futbolista, después el balón.
29 feb 2024 - 05:00
La figura del agente resuena durante las semanas estivales previas al inicio de cada competición futbolística. Antes de que ruede el balón, el trabajo en los despachos marca el rumbo de la temporada. Pedro Bravo, presidente de la Asociación Española de Agentes de Futbolistas, aboga por la necesidad de dar el peso de la decisión última a los jugadores.
Pregunta: ¿La profesionalización del fútbol llega cada vez más temprano a categorías inferiores?
Respuesta: En el caso de los niños, yo no hablaría de profesionalización sino de ilusión: ellos lo que quieren es jugar al fútbol. Lo mejor que podemos hacer los mayores es dejarlos en paz. Nuestro despacho tiene un eslogan, que reproducimos en una hoja y lo entregamos a todos los chicos, que dice ‘Libro en la mano y balón en el pie’. Si tiene que caer alguno, que se caiga el balón.
P.: ¿Los jugadores están suficientemente protegidos respecto a asuntos contractuales?
R.: Te lo aseguro. Después de 31 años en la profesión, no he tenido ningún problema con alguno de mis jugadores. Además, con el conocimiento que tengo de mis compañeros, están muy bien protegidos. Sin embargo, aunque están amparados por el contrato, hay otras figuras que quieren arrogarse; es decir, aquellos que sólo participan en la última fase, en la del cobro. Para que los jugadores puedan estar escoltados necesitan un contrato, y los agentes nos encargamos de ello.
“Para que los jugadores puedan estar escoltados necesitan un contrato, y los agentes nos encargamos de ello”
P.: ¿Los jugadores deben responsabilizarse de contratar a los expertos?
R.: Yo creo que no: para eso está el agente, que le tiene que dar al jugador un servicio integral. La persona de confianza tiene que ser para todo lo que necesite el jugador, ya sean temas jurídicos, fiscales, o laborales. El agente se encarga de decidir dónde debe firmar su representado, y esto tampoco excluye los posibles derechos de imagen.
P.: Según Fifa, en 2023 las comisiones de agentes registraron su récord, con 888 millones de dólares. ¿Usted cree que va a estallar en algún momento la burbuja del fútbol?
R.: En primer lugar, aunque no dudo de los datos, creo que aquellos que los difunden lo hacen a mala fe: este no es el problema del fútbol. Y, si lo es, sólo concentra el 10% de la cuestión. La verdadera contrariedad se encuentra en pagar con la agilidad y la ligereza actual los traspasos y transferencias de estos últimos años. Creo que no se está enfocando bien el problema: debemos poner límites tanto a los traspasos como a los salarios. Los agentes no somos los malos de la película.
“La verdadera contrariedad se encuentra en pagar con la agilidad y la ligereza actual los traspasos y transferencias de estos últimos años”
P.: ¿Qué papel juega la irrupción de Oriente Próximo en esta cuestión?
R.: Ahora mismo, en LaLiga, el Real Madrid tiene 727,4 millones de euros de límite salarial; el club blanco está compitiendo con el Alavés, que tiene 31,2 millones de euros de límite. Lo anormal es que el Madrid no gane el torneo. Esto pasa en Francia con el PSG o en Alemania con el Bayern de Múnich. Juegan otra liga. Pero si el Real Madrid tiene 727 millones de euros, hay que aplaudirles, no criticarles, porque quiere decir que han hecho una gestión estupenda. Esto es lo que sucede en el fútbol europeo. Pero Oriente Próximo lo ha cambiado todo. Qatar ya consiguió lo que quería hace unos años, notoriedad mundial, igual que pasó en China. Dejaban firmar al que quisieran, pero le imponían un impuesto del 100%: si traían a un jugador y pagaban cien, tenían que pagar otros cien. A Qatar ya no le interesa el fútbol, pero ahora tenemos a Arabia Saudí, que tiene detrás el mundial. Ellos hacen lo mismo, no son cifras sanas. No pueden copar el deporte mundial con dinero, es un destrozo.
P.: ¿Cómo se puede solucionar esta cuestión?
R.: En este asunto debería intervenir la Fifa. Los jugadores se van a ir, son cifras muy importantes. 25 millones de euros en Europa se traducen en quince millones netos, porque diez son de impuestos. No estamos en igualdad de condiciones. Creo que el esfuerzo que dedican al deporte deberían trasladarlo en dar un mayor bienestar a los ciudadanos de su país.
“Existe un dicho que asegura que los jugadores van donde deciden los agentes, y no es verdad”
P.: ¿Qué prioridades debe potenciar la profesión?
R.: Los agentes tenemos tres obligaciones: que nuestro jugador esté donde quiera estar, en la medida de lo posible; que el equipo, deportivamente, le llene; y que cobre el máximo salario posible. Lo primero que nosotros hacemos con los chicos jóvenes es preguntarles qué quieren estudiar: nos tenemos que adaptar a las necesidades del jugador. Cuando nos pintan como el cuervo con rabo largo, se equivocan. La parte social está siempre por encima.
P.: ¿Un jugador sin equipo debe jugar donde sea y como sea? ¿O hay un límite?
R.: Un jugador, cuando más pierde, es no jugando. Partiendo de esta premisa, debemos pensar dónde puede jugar. Hay que intentar buscarle un sitio para que no esté parado. Desde mi punto de vista, no vale cualquier sitio. Una opción es bajar de categoría o, en caso de estar jugando en España, buscar una competición europea con menor nivel competitivo. Al final, sin embargo, puede que no tenga más remedio que jugar en el equipo que sea.
P.: ¿Cómo afectan las cuestiones políticas a su trabajo?
R.: Existe un dicho que asegura que los jugadores van donde deciden los agentes, y no es verdad. Otra cosa es aconsejar. El agente abre el abanico de posibilidades, pero es el jugador el que decide. Sin embargo, si un jugador me dice que tendrá el mismo salario en Arabia que en Italia, le digo que se vaya a Italia. No por asuntos políticos, sino humanos. Yo estoy más a gusto si tengo a un jugador en Francia que en Rusia. Hay jugadores más y menos lanzados, que les puede pesar más el tema económico que el social. Pero siempre es su decisión.