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Un ejecutivo de Dorna lidera la inversión de 10 millones en un complejo de surf en Barcelona

Pau Serracanta, director comercial de la gestora de MotoGP, lidera un grupo inversor en el que también está Simon Holdings y que lidia con el Ayuntamiento de Montgat para crear una laguna artificial junto al mar.

M.Menchén

5 sep 2017 - 04:59

Un ejecutivo de Dorna se sube a la ola del surf: inversión de 10 millones en un complejo en Barcelona

 

De la adrenalina de MotoGP a la pasión por las olas. Pau Serracanta, director comercial de Dorna Sports, ha decidido emprender en paralelo un proyecto personal y que supone la transformación de una afición de hace 25 años en un negocio: la construcción de un complejo de práctica de surf en una laguna artificial en Mongat, municipio al norte de Barcelona. La inversión se ha cifrado en 10 millones de euros y, de momento, el único escollo está siendo el ruido municipal de la iniciativa, financiada al 100% con capital privado.

 

“Sigo entrando al agua cuando puedo, y hace cinco años vi el prototipo de la tecnológica vasca Wavegarden”, explica Serracanta, que tiene la exclusiva para promover este tipo de instalaciones en Cataluña por un periodo de diez años. Su deseo es que en la primavera de 2018 abra la primera, que estaría en la ciudad donde se creó la primera asociación y la primera escuela de surfistas en esta comunidad autónoma. No obstante, primero deberán lidiar con el pleno municipal y, después, con toda la ciudadanía.

 

El Ayuntamiento, dirigido por una coalición de ERC, ICV y el PRE, ha decidido crear una comisión de seguimiento específica para evaluar si el proyecto deportivo cumple la legalidad, algo de lo que Serracanta no duda. El inconveniente, no obstante, es que se quiere someter a votación popular la luz verde definitiva al plan de Wavegarden, cuando se trata de una iniciativa privada sobre unos suelos que no son públicos. “Estamos trabajando para volver a presentar toda la documentación al Ayuntamiento, para introducir algunas cuestiones de movilidad, pero todos los informes técnicos son positivos y no hay nada que pueda hacer que lo prohíban”, opina el ejecutivo.

 

 

La financiación está asegurada, y la sociedad Wavegarden BCN ya cuenta con un capital social de 2.261.435 euros. De los 10 millones previstos de inversión, un máximo del 25% será financiación bancaria. Junto a Serracanta, en el proyecto también se han involucrado la familia propietaria del grupo de iluminación Simon Holdings, debido a que algunos de sus miembros también practican este deporte, y otra familia catalana por idénticos motivos. La dirección general la ha asumido Felip Verger, que desde el 2010 ha estado involucrado en proyectos relacionados con el surf, incluida la comunicación corporativa de Wavegarden.

 

Serracanta asegura que la decisión de emprender el proyecto fue rápida, tras constatar que en Barcelona no había ninguna oferta de este tipo. “Tras muchas horas hablando sobre cómo se podía ir al mercado, elaboramos un plan de negocio que mostraba que podía ser rentable, y por conocimientos y capacidad financiera no había problema”, recuerda. No obstante, la tarea más compleja sería la de encontrar unos terrenos que encajaran con sus necesidades y la filosofía que querían imprimirle.

 

El ejecutivo de Dorna desvela que estuvieron mirando la plataforma marítima del Fórum de Barcelona, así como los antiguos terrenos del Real Club de Golf El Prat, que por seguridad aérea planteaban algún problema. “El planteamiento era que estuviera en Barcelona y cerca del mar para reproducir al máximo el ambiente de cuando haces surf”, argumenta, sobre la elección definitiva de una parcela de 48.500 metros cuadrados frente a la playa de Montgat, y que son propiedad de la Fundación Montcelimar, de la Universidad de Barcelona (UB). “Les pareció un buen proyecto para integrar en su red deportiva”, enfatiza Serracanta.

 

 

El contrato de alquiler es por cuarenta años, aunque de obligado cumplimiento son cinco años y, cada lustro, Wavegarden BCN podrá desistir del contrato siempre que avise con seis meses de antelación. La empresa está pagando 3.050 euros al mes de alquiler, importe que subirá a 99.108 euros al año una vez entre en funcionamiento y que se situará en 161.604 euros anuales a partir del tercer curso operativo. Y Serracanta insiste, sobre uno de los principales temores de las plataformas contrarias al proyecto en Montgat: “Los terrenos están calificados para equipamiento deportivo y docente; ni va a haber un hotel, ni se harán fiestas nocturnas”, dice.

 

La instalación contará con una laguna central de 15.000 metros cúbicos y un metro de profundidad, que mediante la tecnología de Wavegarden generarás las olas como si estuvieran en el mar. “El aforo máximo serán 108 personas y generaremos sesenta puestos de trabajo. Nosotros no necesitamos atraer a turistas, porque con la población local de Cataluña ya tienes una masa suficiente potencial para ser rentable”, apunta. Según datos del Consejo Superior de Deportes (CSD), en España había 30.555 federados en surf en 2016, y Serracanta calcula que sólo en la comunidad autónoma hay más de 4.000 practicantes.

 

La laguna se complementará con una escuela, un espacio de conocimiento marítimo para atraer a los colegios, una cafetería-restaurante, una tienda de material técnico y una zona de vestuarios. “El acceso a la instalación será libre y cualquiera podrá venir; sólo se pagará por el servicio de la laguna”, explica Serracanta. Además, pone en valor que no necesitan un proyecto inmobiliario anexo para ser rentables como sí pasa con los campos de golf, ya que “el consumo de energía es muy bajo y el agua que necesitamos es la misma que necesita un campo de fútbol de La Liga; la Agencia Catalana del Agua (ACA) ya ha dicho que esto no será un problema”.

 

Y si el proyecto triunfa, ¿habrá una réplica? El ejecutivo de Dorna no lo descarta si hay buena demanda, especialmente para cubrir el mercado de la zona sur de Barcelona. A ello ayudarían cuestiones como la celebración de campeonatos y demás, aspecto que estaría más cerca si la Generalitat los incorpora dentro de la red de instalaciones deportivas especiales, como el Canal Olímpic o las Vías Bravas de Banyoles. “Somos un complejo deportivo, no un parque acuático”, zanja.