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Rubiales: la crisis que terminó con el último presidente ‘old school’ del fútbol español

El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol ha tardado más de tres semanas en dejar su cargo, pese la denuncia de Jenni Hermoso ante la Fiscalía, ser inhabilitado por la Fifa y al posicionamiento del CSD en su contra.

Rubiales: la crisis que terminó con el último presidente ‘old school’ del fútbol español
Rubiales: la crisis que terminó con el último presidente ‘old school’ del fútbol español

D.G.M.

12 sep 2023 - 05:00

Rubiales se va. Sobrevivió a rivalidades tan poderosas como LaLiga de fútbol, al escándalo por el acuerdo secreto con Kosmos para llevar la final de la Supercopa de España a Arabia Saudí y a su guerra particular con Javier Tebas. Pero ha sido un liderazgo old school lo que ha terminado con la última vida de Luis Rubiales como presidente de la Real Federación Española de Fútbol (Rfef).

 

El exfutbolista anunció el domingo su retirada alegando que “tras la veloz suspensión realizada por Fifa, más el resto de procedimientos abiertos contra mi persona, es evidente que no podré volver a mi cargo”. “Hay poderes fácticos que impedirán mi vuelta”, añadió.

 

Lejos de arrepentirse, el directivo magnifica su paso al lado por el bien del fútbol español. “No quiero que el fútbol español pueda resultar perjudicado por toda esta campaña tan desproporcionada y, sobre todo, tomo esta decisión tras haberme asegurado de que mi marcha contribuirá a la estabilidad que va a permitir que tanto Europa como África sigan unidas en el sueño de 2030”, señala.

 

Esta es la crónica de una crisis que ha trascendido a la misma federación y al mundo del fútbol, poniendo por primera vez una cuestión de ética (y estética) por encima del baile de intereses que habían hecho de Rubiales uno de los presidentes más fuertes de la historia de la federación, manejando un presupuesto récord de 406 millones de euros.

 

 

 

 

El pasado 10 de septiembre, Luis Rubiales, hasta entonces presidente de la Real Federación Española de Fútbol (Rfef), dimitió de su cargo, tras más de tres semanas desde su actuación en la final del Mundial femenino de fútbol y su beso no consentido a Jenni Hermoso, aunque hace falta remontarse tres semanas atrás para comprender el inicio del ‘caso Rubiales’.

 

El 20 de agosto, la Selección Femenina de Fútbol se enfrentó a la Selección de Inglaterra en un encuentro que llevó a las jugadoras españolas a la gloria, alzándose con el título y convirtiéndose en campeonas del mundo por primera vez en su historia. Ese día no fueron sólo ellas las protagonistas, sino que Rubiales acaparó los periódicos de la peor forma posible.

 

El dirigente del organismo rector del fútbol en España, además de celebrar efusivamente la victoria, con gestos soeces en el palco, besó sin consentimiento a la jugadora internacional Jenni Hermoso en la entrega de premios.

 

Las reacciones no se hicieron esperar y mientras Rubiales y toda la expedición española volaban hacia España desde Australia, el Gobierno calificó de “inaceptable” la actuación del entonces presidente y el ministro de Cultura y Deporte en funciones, Miquel Iceta, insistió en que “diera explicaciones y pidiera disculpas”, mientras que ministras como Ione Belarra e Irene Montero calificaron el episodio de “violencia sexual”. En la recepción del equipo en la Moncloa ya si manifestaron actos de distanciamiento entre las partes, con un frío saludo entre el presidente de España, Pedro Sánchez, y Rubiales.

 

 

 

 

No sólo los políticos salieron en defensa de Hermoso. El 23 de agosto, la jugadora estadounidense Megan Rapinoe calificó a Rubiales como misógino y denunció que Hermoso fue “físicamente acosada”. Un día después, la propia Hermoso pidió “medidas ejemplares” contra el presidente de la Rfef a través de un comunicado emitido por el sindicato Futpro.

 

El 25 de agosto, Rubiales orquestó una asamblea en la que trató de explicar lo sucedido con Hermoso y afirmó que “fue un pico consentido” y concluyó con un contundente “no voy a dimitir”, siendo vitoreado por todas las personalidades que se encontraban en el auditorio, como el (ya destituido) seleccionador del equipo femenino, Jorge Vilda, y el seleccionador del conjunto masculino, Luis de la Fuente. Un día antes, se filtró que Rubiales iba a abandonar su cargo como presidente de la Rfef.

 

Al día siguiente, la Fifa se amparó en el artículo 51 del Código Disciplinario para decretar “la suspensión durante noventa días” de Luis Rubiales “de toda actividad relacionada con el fútbol a nivel nacional e internacional”. Fue entonces cuando Pedro Rocha ocupó la posición de presidente en funciones de la Rfef, que aún estaba del lado de Rubiales. De hecho, la federación emitió un comunicado manifestando que “las pruebas son concluyentes y el señor Presidente no miente”.

 

El 29 de agosto el Consejo Superior de Deportes (CSD) entró en escena y envió al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAD) la información requerida para expedientar al directivo, considerando que la falta era “muy grave”. Dos días más tarde, el TAD dejó la actuación de Rubiales en “grave”, hecho que hizo que el organismo presidido por Víctor Francos no le pudiese suspender de forma provisional.

 

 

 

 

Uno tras uno, sus fieles, le fueron abandonando: primero la propia los presidentes de las federaciones territoriales, que pusieron sobre la mesa la posibilidad de celebrar una moción de censura; después, De la Fuente, pidiendo disculpas por sus aplausos a Rubiales; a quien se sumó la Rfef, que se disculpó por el comportamiento de su presidente.

 

El último paso antes del adiós de Rubiales ocurrió el pasado 6 de septiembre, cuando Jenni Hermoso formalizó ante la Fiscalía General del Estado su denuncia contra el presidente de la Rfef. Dos días después, el organismo legislativo presentó ante la Audiencia Nacional una querella contra Rubiales por agresión sexual y coacciones a la jugadora de CF Pachuca.

 

Ahora, Rubiales se va, no sin antes haber generado un terremoto en el Gobierno e iniciando una crisis en el mundo del fútbol que (parece) va a crear precedentes y a sentar las bases de un cambio.