Entorno

El empleo deportivo regresa a 2017: ni el socorrismo ni el turismo salvan el primer golpe del Covid-19

Desde que irrumpió la pandemia se han destruido 34.213 trabajos en la industria del deporte, la cultura y el entretenimiento después de que el sector hubiera cerrado 2019 con el mejor dato se su historia, con 229.000 afiliados a la Seguridad Social.

Álvaro Carretero

3 jul 2020 - 04:58

El empleo deportivo regresa a 2017: ni el socorrismo ni el turismo salvan el primer golpe del Covid-19

 

 

En empleo en la industria del deporte, la cultura y el entretenimiento se sube al Delorean a la fuerza, arrastrado por el Covid-19. El número de afiliados a la Seguridad Social ha retrocedido a niveles de 2017 tras cuatro años de tendencia alcista, con una media de 191.184 trabajadores en junio. El dato coincide con los peores meses de aquel año, agosto y septiembre, cuando finaliza el verano y la estacionalidad se cobra de forma habitual miles de puestos de trabajo, principalmente en el sector del socorrismo y los parques recreativos.

 

Desde aquel año, el empleo en los sectores vinculados al ocio nunca ha bajado de las 20.000 personas contratadas, bien por otras empresas, bien en régimen de autónomos. De hecho, la industria cerró 2019 con su mejor registro histórico, con una media de 229.000 ocupados, y miraba a 2020 como un año que podría marcar un punto de inflexión tras un ciclo de casi un lustro de bonanza económica.

 

La realidad, sin embargo, ha sido bien distinta, y la irrupción de la pandemia ha cortado en seco la tendencia al alza. Entre febrero, último mes en el que hubo la ahora denominada antigua normalidad, y junio, cuando se aprobó el fin del estado de alarma, se han destruido más de 34.213 empleos, firmando la mayor caída en la historia del sector, un 12,7%.

 

 

 

 

El número de trabajadores por cuenta ajena, que representan el 85% del total, disminuyeron en más de 27.000 personas, mientras que los autónomos registraron un repunte del 1,4% en junio de 2020, hasta 30.297 afiliados. Pese a la nota positiva en esta categoría, su incremento no fue suficiente para paliar la caída en el sector deportivo, cultural y de entretenimiento.

 

Se trata de una caída especialmente relevante por dos motivos: el primero, porque en mayo el sector deportivo, de entretenimiento y cultural parecía haber cortado la sangría de empleos y frenó su ritmo de caída. El segundo, porque junio suele ser un mes tradicionalmente bueno para el empleo en términos de contrataciones, pues se produce la reapertura de las piscinas y de los parques temáticos, como la Warner y el Parque de Atracciones de Madrid y, sobre todo, Port Aventura en Barcelona.

 

Este sector es el que aglutina la mayor parte del empleo, así como el de la cultura, aunque los datos suministrados por el Instituto Nacional de Estadística (INE) no permiten concretar el peso que tiene el deporte dentro de la industria del ocio. Sin embargo, a modo de comparativa, en junio del año pasado se crearon más de un millar de nuevos puestos de trabajo, un avance del 5,2% respecto a 2018.

 

 

 

 

La misma tendencia se produjo entre 2018 y 2017: en el sexto mes de hace dos años la industria dio lugar a 1.100 nuevos empleos, que si bien se perdieron en su mayoría entre septiembre y octubre, eran la muestra de que pese al alto componente de estacionalidad, había cabida para seguir ensanchando el plano laboral.

 

Ahora bien, las piscinas municipales y el resto de instalaciones deportivas optaron por no abrir sus puertas hasta que se decretase la denominada nueva normalidad, que entraba en vigor el 22 de junio. Con los aforos limitados a un tercio o el 50% de su capacidad, según cada caso, las contrataciones también se realizan en proporción, por lo que la caída era previsible atendiendo a las circunstancias que aún envolvían al país hasta los últimos días del mes.

 

Para comprobar el impacto real del Covid-19 sobre los puestos de trabajo en la industria del deporte y el entretenimiento habrá que esperar al mes de julio, aunque mientras la afluencia turística se mantenga bajo mínimos y los aforos no se amplíen, resulta complicado prever que haya un repunte de contrataciones.

 

 

 

 

 

El tejido empresarial español

 

La industria deportiva española cerró 2018 con una cifra de negocio de 15.691 millones de euros, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). El sector representa en torno al 1,25% del Producto Interior Bruto (PIB) y contaba con un total de 31.039 empresas.

 

El parón comercial ha afectado a todos los sectores, principalmente al fitness y a los gestores de instalaciones, cuyas instalaciones han permanecido cerradas durante más de dos meses y han mantenido la cuenta de ingresos a cero. Se trata de un sector que emplea a cerca de 214.000 personas, contando puestos de trabajo indirectos, por encima de LaLiga y sus clubes, que suman 96.819 empleos.

 

La mayor parte del sector deportivo se ha acogido a Ertes para su plantilla, también entre los clubes profesionales, donde incluso el Málaga CF llegó a presentar el primer ERE del deporte para 50 empleados. En retail, Camp Base ha tenido que acogerse a una medida similar tras acogerse al preconcurso de acreedores, y la previsión es que no sean los únicos que tengan que optar por recursos administrativos para aligerar su estructura.

 

 

 

 

Pese a que los datos de empleo habían mejorado de forma considerable en 2019, la industria del deporte aún presentaba acusadas deficiencias que nunca ha logrado paliar. La primera, la estacionalidad, que dificulta la posibilidad de acceder a contratos indefinidos. La segunda, la parcialidad, que limita los salarios de los trabajadores. La tercera, la regulación de las profesiones relativas a esta industria.

 

Con el acuerdo de los Ertes prorrogado, las empresas han recibido un balón de oxígeno para poder soportar los costes de sus negocios durante unos meses más y evitar la destrucción definitiva de los puestos de trabajo. Sin embargo, la situación estará condicionada a la evolución de la pandemia, de la actividad comercial y al conjunto de la economía española y europea.

 

Si la población contrae su gasto medio, caerá el desembolso en actividades que no consideren esenciales, como ya sucedió con la anterior crisis económica. Esta situación podría provocar un efecto dominó en el que cayeran los ingresos de las empresas y, como consecuencia, no pudieran mantener en plantilla a sus trabajadores, poniendo fin al ciclo de crecimiento que había registrado el sector durante los últimos años.