Entorno
La hoja de ruta del Banco de España cuando la incertidumbre es el ‘business as usual’
El mercado de las materias primas, el comercio y la confianza del consumidor serán los aspectos de la economía que más inestabilidad tendrán que soportar los próximos meses ante los diversos factores que desequilibran la economía.
11 abr 2022 - 05:00
¿Qué esperar de lo inesperado? Por si una pandemia no había trastocado suficientemente el tablero de la economía, el primer trimestre del año ha traído más incertidumbre en el mercado global y el español y hacer previsiones se ha convertido en un deporte de riesgo. El Banco de España, en su último informe, correspondiente al primer trimestre del año, enumera seis fuentes de incertidumbre que alterarán las principales tendencias macroeconómicas y señala aquellos sectores que más deberán prepararse para capear el temporal.
La primera variable que desequilibra la economía es la duración e intensidad del conflicto bélico en Ucrania y la persistencia de las posibles secuelas geopolíticas. La guerra va de la mano de una de las mayores fuentes de incertidumbre según el Banco de España, la evolución de los precios de la energía y los posibles efectos indirectos que se puedan derivar de la segunda vuelta de la inflación.
Otro elemento que perturbará los mercados internacionales será la evolución de los cuellos de botella en las cadenas globales de producción y suministros. Las disrupción en la supply chain lleva meses complicando el aprovisionamiento en algunos sectores y regiones y todavía parece lejos de diluirse. Uno de los últimos baches que está teniendo que sortear la cadena de distribución es el confinamiento en Shanghái.
Además, la economía tendrá que sortear las condiciones financieras globales en un contexto de normalización de la política monetaria a escala global. A este movimiento se le sumará la naturaleza y magnitud de la respuesta de la política fiscal para hacer frente a las consecuencias adversas de la guerra. Todo ello sin olvidarse aún de la pandemia del Covid-19.
Los posibles efectos indirectos que se puedan derivar de la segunda vuelta de la inflación es uno de los factores que puede desestabilizar la economía
Con todos estos elementos, hacer proyecciones se presenta como una tarea complicada. Por el momento, la entidad ha revisado sus previsiones aumentando su estimación de inflación para cierre del año hasta el 7,5% y ha recortado el Producto Interior Bruto (PIB) hasta el 4,5%. Todo ello se producirá a través de tres canales, los más impactados por la guerra en Ucrania según la entidad: el de las materias primas, tanto energéticas como no energéticas, el comercial y el de la confianza.
La entidad recoge que, desde el 23 de febrero, un día antes del conflicto, hasta el 31, fecha de cierre del informe, el precio del petróleo y el gas natural en el mercado europeo aumentaron un 11% y un 42%, respectivamente, lo que supone “un considerable deterioro de su poder de compra frente el resto del mundo, lo que podría influir muy negativamente en el grado de dinamismo de la actividad económica”, apunta el informe.
Por lo que respecta al comercio, el primer afectado será la demanda exterior rusa, a causa de las sanciones impuestas al país. Sobre estas, la entidad señala que “si bien aún es pronto para cuantificar el posible impacto de estas sanciones sobre el comercio bilateral, la evidencia histórica sugiere que, cuando estas son relativamente generalizadas, su incidencia sobre los flujos comerciales puede llegar a ser significativa”.
En su contra también juega la complejidad de las cadenas de suministro globales que podrían aumentar la complejidad del conflicto, a pesar de que el comercio de la Unión Europea (UE) y Rusia no es muy elevado. En concreto, el organismo calcula que “un descenso del 10% en las compras que Rusia realiza en todo el mundo reduciría el PIB del área del euro en torno a un 0,1%”, aunque esa cifra encierra impactos diversos para las economías de la zona euro: mientras que en Alemania puede rebajar un 0,1% del PIB, en España el impacto sería del 0,02%.
Por el momento, el mercado laboral español capea la incertidumbre económica, pero se debe esperar para ver cómo afronta la inflación
El tercer canal por el que afectará la guerra en Ucrania es la confianza, aunque la describe como la más volátil y no se muestran las implicaciones que puede tener la tendencia. En marzo, el indicador de confianza del consumidor se situó en marzo en 53,8 puntos, que bajó 36,1 puntos porcentuales respecto a febrero y supuso retroceder a niveles de abril de 2020, durante la primera ola de Covid-19 en España.
Uno de los mercados que parece mostrar resistencia ante la incertidumbre general en España es el laboral. Según el último informe de CaixaBank publicado este lunes, ha aguantado el envite y se han continuando creando puestos de trabajo, si bien a un ritmo más moderado. Asimismo, se ha producido un ligero aumento de los expediente de regulación temporal de empleo (Erte) no Covid, aunque menor de lo esperado (pasan de 13.575 a finales de febrero a 17.162).
A pesar de la estabilidad, la inflación puede afectar el mercado laboral a través de la negociación colectiva y cómo se comportan los salarios frente a la subida de precios.
En este sentido, el Gobierno ya ha sugerido un pacto de rentas entre sindicatos y patronal que blinde los salarios y no extienda haciéndola más persistente. Según el Banco de España, en los primeros meses de 2022, se observa un repunte moderado de las tarifas salariales acordadas, que, no obstante, se mantienen significativamente por debajo de los valores alcanzados por la inflación.
Uno de los intentos para contener el golpe a la economía española ha sido el Plan de Choque de Respuesta a la Guerra mediante el cual se movilizarán hasta 16.000 millones de euros para mitigar el impacto de la guerra de Ucrania en la economía española. El paquete costará unos 6.000 millones de euros (el 0,5% del Producto Interior Bruto), contará con 10.000 millones de avales y la mayoría de las medidas estarán en vigor entre 1 de abril y el 30 de junio.