Fitness
2017: el año en que DiR se apoyó en el ‘crowdfunding’ para crecer
21 dic 2017 - 04:58
DiR ha levantado nuevos pilares en los que apoyar su crecimiento en un mercado cada vez más competitivo como es el del fitness. La cadena de gimnasios ha pasado de ser una de las únicas cadenas que operaba en el sector a verse mermada por el aumento de los operadores que ofrecían nuevas alternativas a su clientela. El estallido de la crisis, unido a los elevados costes operativos, ha empujado a la cadena a encontrar nuevas vías de crecimiento y financiación en los inversores particulares, bien vía franquicias, bien vía micromecenazgo.
Con 24 instalaciones operativas al cierre del año 2017, DiR ha decidido dar el pistoletazo de salida a las nuevas aperturas al calor de las nuevas tendencias del sector del fitness: centros boutique, estudios de entrenamiento funcional y clubes de proximidad. En su camino para expandir su marca ha encontrado nuevos acompañantes: los franquiciados y los inversores particulares, que están apoyando su crecimiento en Barcelona tras varios años de contención.
El año 2017 ha sido el de la reinvención de DiR. La cadena catalana de gimnasios ha recogido los frutos de años de trabajo para hallar la fórmula del crecimiento con inversiones contenidas, sin hipotecar en demasía su operativa. Fundada en 1979, la compañía ha sido tradicionalmente el operador con mayor presencia y músculo de Cataluña.
DiR ha cerrado el año con un total de 24 instalaciones operativas, entre sus centros tradicionales, los de proximidad y los estudios YogaOne
Basada en un modelo de gimnasio de al menos 2.000 metros cuadrados, ubicado en el centro de Barcelona, y con zona de aguas, la cadena se ha visto obligada a confiar en nuevos conceptos de club para crecer, especialmente tras la recesión económica y la irrupción de nuevos operadores en el sector. DiR veía como la misma crisis que estimulaba el crecimiento de los nuevos operadores low cost que irrumpían en el sector afectaba negativamente a su operativa. La recesión redefinió prioridades y el segmento medio, como el premium se vio mermado por la caída de clientes y el aumento de la competencia con precios más bajos.
Y todo ello en un mercado, el barcelonés, plagado de cadenas concesionales, con elevada penetración en una sociedad muy vinculada al gimnasio municipal. A consecuencia, la compañía ha reducido capital en 3,2 millones de euros en tres de sus instalaciones para compensar pérdidas y, por primera vez, ha recurrido a accionistas particulares para captar fondos destinados a financiar su crecimiento con la marca BDiR, basada en clubes de proximidad y menos metros cuadrados.
Un crecimiento apoyado en el micromecenazgo
El crowdfounding, que ha sido su fórmula más utilizada durante el último año para levantar capital, le ha llevado a captar 1.233.420 euros destinados a impulsar la apertura de tres centros en Barcelona. La base de este sistema ha sido la entrada de nuevos accionistas a cambio de dividendos variables y descuentos en las cuotas del club, pero también de previsiones de valoraciones al alza con el paso de los años, con las que han conseguido convencer a más de 300 inversores particulares.
El micromecenazgo no ha sido el único pilar en el que la compañía ha apoyado su crecimiento. La empresa ha abierto sus primeras franquicias a través de la marca YogaOne, que le ha llevado a inaugurar tres estudios, dos de ellos fuera de la capital catalana. Vender la licencia de su marca le ha permitido aumentar su huella externalizando la gestión y la inversión, que corre a la cuenta de terceros. La compañía confía en seguir explotando esta opción, motivo por el que organiza seminarios de formación para que técnicos de fitness se “afilien” a la cadena y operen sus propias instalaciones bajo el paraguas de una marca con reconocimiento y visibilidad en Barcelona.
De cara al próximo año, DiR tiene previstas al menos siete aperturas, todas bajo el concepto de centro boutique de yoga o club de proximidad, dos modelos que, a diferencia de sus gimnasios tradicionales, permiten inversiones más controladas y no llevan asociados unos gastos de explotación elevados. Es así como prevé plantar cara al aumento de la competencia y al crecimiento de operadores que abren durante las 24 horas del día, con los que rivaliza en la capital catalana.