Entorno
Andrei Boar (UPF): “Europa sigue a dos velocidades pero ahora el crecimiento lo lidera el sur”
El director de Business & Strategy Management en la Universidad Pompeu Fabra (UPF) analiza la situación económica de España y su avance frente a Europa. Además, señala cuáles son los temas cabales para los comicios de junio.
16 may 2024 - 05:00
Menos inversión en armamento y más infraestructuras conjuntas. Esas son las previsiones que Andrei Boar, director de Business & Strategy Management en la escuela de negocios de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), pide al nuevo Consejo Europeo. Con los comicios europeos a la vuelta de la esquina, el economista analiza las claves del crecimiento de España y del sur de Europa frente a las históricas potencias europeas como Alemania o Reino Unido. La inflación, las jubilaciones y la sostenibilidad son algunos de los retos que el experto considera que se deben abordar de cara al cambio en el liderazgo europeo y señala que el proteccionismo que abanderan los partidos de extrema derecha no es compatible con la creación de una potencia europea que compita con Asia o Estados Unidos.
Pregunta: España es uno de los países que lidera el crecimiento europeo y ayer Bruselas le estimó un crecimiento del 2,1% en 2024, ¿a qué se debe?
Respuesta: Cuando se habla de crecimiento es importante distinguir entre Producto Interior Bruto (PIB) nominal y real. La inflación o la inversión pública son algunos de los indicadores que afectan a este crecimiento. En España no hay prácticamente impacto de la inflación, pero sí lo hay del gasto público, que está en máximos históricos; cualquier inversión pública afecta al PIB. Además, el consumo de la población no ha parado de aumentar, pese a la subida de precios. Si el consumo aumenta, aumentan las exportaciones. Cabe destacar también que somos más competitivos en relación con otros países europeos. Por ejemplo, somos más baratos que Alemania y eso hace que las exportaciones aumenten. Los distintos componentes del PIB (el consumo, el gasto público y las exportaciones, especialmente) están en máximos históricos, así que estamos haciendo las cosas bien.
P.: Como España, los países del sur de Europa han sido los que más han crecido en el último año. ¿En qué han fallado las principales potencias como Alemania o Reino Unido?
R.: Esto es la Europa a dos velocidades, como hace diez años, pero ahora distinto porque el crecimiento lo lidera el sur de Europa. El problema de Alemania es, principalmente, los costes energéticos porque tenía mucha dependencia del gas ruso, que se le cortó hace un año y eso significa que necesita otras energías como el carbón. Hay otro punto importante: como los costes suben, la competitividad se ve reducida, aquí también entran en juego los tipos de interés y la inflación. La escalada de precios en algunos puntos de Europa, especialmente en el este, ronda el 20%, mientras que en otras economías ronda el 2%. Esta diversidad hace que el Banco Central Europeo no pare de preguntarse cuándo bajar los tipos de interés, lo que implica que las economías europeas más periféricas sigan sufriendo de inflación.
P.: El turismo disparado, cuya regulación está sujeta debate, ¿es positivo para la economía de los países del sur?
R.: No es positivo, pero en España el 18% del PIB viene del turismo, así que dependemos de que lo haya. La Costa Dorada (Tarragona) dependía mucho del conflicto ruso y tuvo un impacto tremendo con el estallido de la guerra. Pasear por ciudades como Barcelona se ha convertido en un cruce continuo con turistas, pero hay que destacar que turismo es positivo, eso sí, el turismo familiar y que consume. El turismo de cruceros que baja del barco mira, masifica y se va, no aporta nada. Hay muchas áreas de la economía que dependen de las visitas extranjeras, pero hay que tener en cuenta que, si no se regula, el turismo tiene un impacto negativo hacia la persona local. Siendo sincero, tampoco veo cómo limitarlo, la tasa turística es una opción, pero los líderes apuestan por seguir acogiendo a más visitantes. Durante la campaña catalana se hablaba de la ampliación del Aeropuerto de Barcelona, una medida que parece que se llevará a cabo si finalmente gobierna Salvador Illa.
P.: Los países europeos, especialmente los del norte, se preparan para una economía de guerra, ¿cómo puede afectar esto?
R.: Nos lleva a un escenario totalmente imprevisible. La idea es que la inversión belicista sea la menor posible, dentro de los parámetros europeos. España ya destina miles de millones a armamento, que implica dejar de invertir en medidas sociales y esto sólo nos lleva a más deuda pública, que sólo se puede revertir a través de los famosos recortes. La decisión que está tomando el norte de Europa es una situación extraordinaria y en caso de que haya una guerra (con Rusia atacando a Finlandia o Suecia) se deberá invertir todo lo que se pueda porque la situación será critica. Cabe tener en cuenta también que después de una guerra el PIB sube, pero en una situación estable como la nuestra este destino nos afecta sólo con un aumento déficit público, recortes o más deuda. Poniéndonos en el peor de los casos, esta situación puede derivar en una inflación extrema, del 80% del 200%, aunque de momento es un escenario hipotético.
“En España el 18% del PIB viene de turismo, así que dependemos de que lo haya”
P.: ¿Debe España prepararse también para este escenario?
R.: La probabilidad ahora para nosotros es remota y veo complicado que España se prepare para una economía de guerra como si el riesgo fuera inminente. No estamos en esta situación, sin embargo, el cambio llevado hasta ahora es por presupuesto europeo, que obliga a las potencias a destinar un porcentaje mínimo del PIB a armamento. España tiene que hacer su aportación al bote común, pero no veo la posibilidad de que tengamos que prepararnos ni a corto ni a medio plazo.
P.: Para el desarrollo empresarial, los últimos años no han estado marcado por las buenas perspectivas, ¿es ahora un buen momento?
R.: Ahora sí es un buen momento. Hemos pasado una situación de pandemia, la pospandemia (con inflación y costes elevados) y por fin la economía está en la senda del crecimiento. Para intuirlo nos podemos fijar en los índices bursátiles, que rozan los máximos desde 2015. Las bolsas americanas también están en máximos, así que se puede decir que la situación empresarial está en auge y no sólo para las grandes, también para las pymes. A principios de 2023 la mitad de las empresas no tenían beneficios y se espera que a finales de año las empresas en beneficios copen el 60% del total. En el ámbito empresarial será un buen año, vamos a acabarlo bien.
P.: En el caso de la moda, la industria sigue sin alcanzar los niveles previos a la pandemia, ¿cuánto falta para recuperarse de los coletazos del Covid-19?
R.: No tengo claro que nos recuperemos. El sector del lujo sí que se ha recuperado, pero desde el punto de vista del fast fashion ha habido un cambio de comportamiento del consumidor: ya no se destina tanto gasto a comprar moda y hay un auge importante de la demanda de la segunda mano, lo que lleva a las empresas a no recuperar el nivel previo al estallido de la pandemia. Sin embargo, las propias empresas, aun sin recuperar las ventas, han aumentado su valoración y muchas han aumentado beneficios sin vender tanta ropa.
“A principios de 2023 la mitad de las empresas no tenía beneficios y se espera que a finales de año las empresas en beneficios copen el 60% del total”
P.: De cara a las elecciones europeas, ¿cuáles son las medidas económicas imprescindibles en el programa electoral?
R.: Es primordial hablar sobre normas fiscales conjuntas, la Unión Europea necesita unificarlas. Otras medidas importantes también son las infraestructuras intereuropeas (por ejemplo, la red nocturna ferroviaria), así como otras infraestructuras que nos permitan competir con Asia o Estados Unidos. Si queremos mostrar un mínimo de competencia a estos dos gigantes, no podemos ir cada país por libre. También el apoyo empresarial debe estar encima de la mesa, qué vamos a hacer con la fiscalidad de las empresas y la lucha contra la inflación. Aquí tenemos un problema común en Europa: la deuda pública, que en España está en máximos (la deuda pública sobre el PIB sí que baja, pero la deuda sigue subiendo para todos y llegará un momento que esa deuda se tendrá que amortizar). Como reto europeo también destacaría el abordaje de las jubilaciones, cómo vamos a pagarlas, qué mecanismos van a adoptarse… son temas que en campaña electoral no van a salir porque no dan buena prensa.
P.: Las encuestas apuntan a un auge de la extrema derecha en el nuevo Consejo, ¿es posible un progreso europeo conjunto con las políticas proteccionistas de estos partidos?
R.: Lo veo complicado. Sin duda cada vez estamos abiertos al comercio exterior y siempre que se aplican prácticas proteccionistas el comercio lo acaba tumbando con el tiempo. Con China esto se ha visto claro, hasta ahora no permitía que hubiera Tesla (un automóvil estadounidense) por sus calles y ahora sí que puede operar. Si hasta China permite esto, desde Europa no se puede hacer lo contrario. Además, cabe tener en cuenta que la mayoría de los productos que consumimos no están en Europa. Dejando de lado la parte populista, creo que estos mismos partidos si lo llevaran a la práctica aplicarían el proteccionismo con cuentagotas.
P.: ¿Qué le pediría al nuevo Consejo Europeo?
R.: Lo que hace falta es continuar con este proceso de unión e insisto en que cabe insistir en esa parte fiscal conjunta. Necesitamos infraestructuras europeas y desde un punto de vista sostenible. Queremos evitar el avión porque contamina, pero no tenemos alternativas y necesitamos tener otras opciones. Además, destacaría que se intente evitar el presupuesto bélico porque no lo podemos destinar a la gente. Sé que depende de que se acaben los conflictos, pero evitar el gasto en armamento es clave.