Opinión
Y el fútbol, ¿no es una industria?
27 abr 2020
Estos días son numerosas corporaciones las que han anunciado que realizarán tests a sus trabajadores para asegurarse que no están afectados por el Covid-19. Apenas ha habido ruido sobre esta decisión, hasta que ha sido LaLiga la que ha planificado someter a esta prueba a todos los futbolistas para asegurarse de que se pueden reanudar los entrenamientos y la competición cuando el Gobierno lo autorice.
La competición ha dejado claro que no tomará ninguna decisión que no esté avalada por el Ministerio de Sanidad, que ayer mantenía la ambigüedad sobre si el 2 de mayo se podrá jugar a fútbol igual que se podrá salir a correr. No obstante, y a la espera de una decisión definitiva, el ruido de estos días evidencia una cosa: el fútbol aún no se ha ganado la condición de industria a ojos de la sociedad.
Estos días nadie discute que bancos como BBVA y Bankia, o grandes industrias como Seat, sometan a este tipo de pruebas a sus empleados. Se les considera compañías esenciales para la actividad del país y comprensible que quieran retomar cuando antes la normalidad.
Con el fútbol, en cambio, son mayoría los que consideran que no es necesario, que se podría prescindir de él si en cuarenta días nadie ha perdido la cabeza por no ver un partido, y que cómo un futbolista va a exponerse a volver al trabajo si no hay un 100% de garantías de que no enfermará, mientras el resto de empleados sí van volviendo a sus puestos con las medidas dictadas a cada momento.
Esta industria tiene la virtud de que, si la correlación de fuerzas empleador-empleado fuera la habitual, la dramática caída de ingresos podría compensarse con un ajuste automático de los salarios. Pero no ha sido así, por lo que el reto del fútbol español y europeo será doble en los próximos meses: sentar las bases para una rápida recuperación económica y trabajar para reforzar su vertiente de sector empresarial.
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